EDUARDO MANSO
LA OTRA SOLEDAD POEMAS
LA OTRA SOLEDAD
A mis hijos Luciano, Emiliano y María Sol
Cuando considero el corto lapso de mi vida,
prensado entre dos eternidades, una anterior y otra posterior,
el reducido espacio que ocupa, perdido en la infinita inmensidad
de unos mundos que ni conozco ni me conocen, siento miedo y me pregunto por qué estaré yo aquí en vez de allí, pues no hay razón para que yo esté aquí y no allí, ni para que exista esta fecha con preferencia a aquella...
Pascal
FUGAZ
Diminuta
estrella de pan.
Latido.
Fin de la sombra.
Pequeña quietud.
Rocío.
La vida se duerme
sobre una flor.
Te nombra la luna.
Y allí el viento
embebido de cantares.
Te hace color.
domingo, 20 de abril de 2014
Poesía en la región:
La Otra Soledad
EL primer libro de Eduardo Manso, músico, berissense y amigo de
muchos años, se presentó en la sede de la Asociación Judicial
Bonaerense de La Plata. Fue una fiesta de Berisso en La Plata. Unas
horas de puro afecto y emoción y reencuentros inesperados, después de más de treinta años. El motivo lo justificaba. Eduardo, músico y bajista desde hace décadas, congregó a sus afectos de toda la vida para dar a conocer "La Otra Soledad",
un conjunto de poemas que ha hilvanado laboriosamente y en donde la
música, que lo acompaña desde siempre, se desliza, página tras página,
para brindarnos imágenes de profunda belleza. Porque, como decíamos en
la presentación:
... este oficio de vivir,
para vivir, un oficio como tantos otros, pero obstinado en su caso, en
la belleza, despliega tiernamente, casi en sordina, sus certezas frente a
lo oprobioso del mundo, con una lucecita que se sabe tan tenue como
imprescindible: “yo se que mientras cante/ habrá una estrella en mis manos./ Nunca podré gritar, no sé,/ por eso escribo y te canto” y aprendió que “A veces partir/ es andar lentamente hacia adentro” y que, aún en ese breve espacio “entre dos eternidades”
al que alude Pascal en el prefacio y que transitamos todos
irremediablemente, Eduardo puede afirmarnos, más que como confesión como
un emblema que ilumina su contundente humanidad: “…Me es necesario habitar esta vida.”.
Pasaporte
Habíamos soñado tanto
que ninguna estrella te desconocía.
Ni los brutales amores en Madrid
ni los insistentes amantes de París
sabrán de esta especie
de este amor...
acá,
al sur del mundo.
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sábado, 19 de abril de 2014
A TI
Con una flor azul en el
cabello,
tomada de tu mar como al
descuido,
bajas la calle entre el gentío,
abrigas la mañana con tu
cielo.
Pies desnudos, verde agua tu
vestido.
Libera mi poema y su destino.
Tu voz desnuda, aquí en mi
mano.
Cometa en este cielo. Eres
latido.
Canta un pájaro en mi hombro
y me escuda en tu milagro,
leve, en tránsito, a tu
puerto,
canto, vuelo, eres mi
asombro.
Has inventado una calle
en donde solo yo te veo.
Tiemblan como las hojas,
tu corazón y mi anhelo.
¡Ay niña! toma esta flor,
que por ti solo ha nacido.
Me has robado el alma, el llanto,
te has llevado todo contigo.
Adioses y bienvenidas
Hoy mismo, esta madrugada
te halle...
cuidadosamente envuelta
de melancolías y desencuentros,
de yóes y tues
de vuestros y nuestros,
El centro del día
tu imagen agita.
Se que no vas a poder,
lo intuyo.
Y no solo es cosa mía
existen cómplices en esto
y es bueno que lo sepas.
El aire de madrugada,
el mate caliente.
Ese y este silencio.
Tu mirada que acaricia la poesía.
¿Con que palabras?
¿Que respuesta a la silla vacía?
¿Con que gestos?
¿Con que adioses?
vas a decir,
que,
te,
vas.
Presentacion del libro de poemas "La Otra Soledad en el centro de estudiantes y egresados de Berisso (C.E.Y.E).Acompañan a Eduardo Manso, Carlos Aprea (actor, director de teatro y escritor) y el Sr. Hector Gabriel Ghidini Poeta, profesor de filosofía , quienes con su aporte han contribuido con talento sumo y alto respeto a la palabra.
El aroma de tus pasos.
La palabra frágil,
y este gesto,
que aun te provoca
rubor.
Hablas del agua
detrás de tu sombrero
blanco.
Haces cumbre
y mueres aquí.
Instancia astral.
Pálida tu boca mía.
Escribo.
Para que tú
no lo hagas.
Sean estas,
peregrinas
por tu aire.
Las dejo en
el papel,
que mora en
tus canciones.
Naves
encendidas,
en tu puerto.
Una voz de negra
cuna
aleja noviembre
y sus días.
Ya no será
mi destino.
Ni mi razón,
ni mi cama.
Solo un
viaje de palabras,
gira por tu
casa blanca.
La otra soledad” de Eduardo Manso
De músico a poeta
En compañía de un importante número de amigos, entre ellos varios artistas de la región, el miércoles de la semana pasada, Eduardo Manso presentó en las instalaciones del CEYE su primer libro de poesías, titulado “La otra Soledad".
La conducción del encuentro corrió por cuenta del poeta berissense Carlos Ábalo, quien agradeció la presencia de autoridades municipales y de los directivos de FM Difusión.
La voz de Gabriela Lamonega, acompañada por ‘Memo’ Manso permitió a los presentes disfrutar de un reencuentro cálido e intimista con la poesía ciudadana.
Para referirse al volumen presentado, pronunciaron unas palabras el poeta platense Carlos Aprea y el profesor Héctor Ghidini. “Tu condición de músico va a tener una conversación intima con el Eduardo poeta y entre los dos seguramente van a seguir produciendo síntesis como esta que encontramos en ‘La otra soledad’, la palabra y la música unida integrada a partir de un solo corazón”, definió este último.
Al dirigirse a los presentes, Manso agradeció a los compañeros que lo apoyaron en este momento tan especial, a la Asociación Judicial Bonaerense que apoyo la publicación del libro y ofreció su sede para realizar la primera presentación de la obra. Del mismo modo, recordó a sus afectos familiares y manifestó su satisfacción por presentar su primer libro en su ciudad.
“Estoy sumamente feliz. Yo soy de acá, esta es mi casa, acá tengo a mis afectos más importantes, mi proyecto de vida, mis hijos, mis amigos. Mi lugar es Berisso y lo ha sido siempre”, estableció.
El cierre estuvo a cargo del Coro Procanto de La Plata, que ofreció temas folkóricos de Argentina y el resto de América Latina. La presentación fue auspiciada por el Centro Cultural Difusión y la Municipalidad de Berisso.
Pañuelos blancos
Las estaciones de trenes, son
grises, por naturaleza .
Pequeñas, inmensas… pero
siempre grises;
Ronda la ausencia, allí,
donde hay tanta gente…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
El frío es moneda
corriente y las habita.
El bolso, diarios, humo, un
zapato,
la tarde envuelta en ovillos
de lana…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
El sol muere por detrás de las sirenas.
Del hombro izquierdo del
inspector crecen laureles.
La puja por un lugar, el silbato,
un cartel, maderas…en cruz…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
Dos gatos cruzan las vías,
uno azul, el otro morado.
El llanto, un papel, la
espera, el viento desesperado,
Un niño come su pan, su madre
no come nada…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
El sepia rompe los vidrios, y
cae por las ventanas.
El oxido, un portafolio… y
carpetas de esperanza:
Una ruta que se pierde, otra
que vuelve cansada…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
Hay penas que hablan en las
calles de Buenos Aires.
Un tango nace en el adiós de los
enamorados.
El sueño, tres milagros, una
guitarra desafinada…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
El ciego cuenta monedas y
miseria en su jarro.
Una gotera, ese anillo
robado, un paraguas violeta,
Siete Ángeles. una canción,
la memoria, el mañana…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
Diez guerras profanan al mundo,
sin gestos de final.
Un pincel, los caramelos, gente
que va y viene, papeles sueltos.
Los enanos juegan a la ruleta
rusa con balas de pan…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
Los niños corren detrás del
globo que se desinfla.
Baldosas flojas, el cigarrillo,
un molinete, el silencio.
Los besos viajan a otras tierras encerrados en una carta
Mientras tres gritos te llaman,
tú vagas por el andén
Dos violinistas japoneses
tocan canciones rusas.
Un sombrero, el maletero, algunos marineros, las palomas
Cometas de plástico, zapatos
sin betún, mi corazón, tu alma
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén
El aire, tu andar, el tiempo
de las letras, la mañana
Un suspiro, la tormenta, mi
boca, tu alegría
A destiempo todas las
partidas, todas las llegadas
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén
El abrazo del sol en los
atardeceres de verano
Hojas secas por el aire, un
bolsillo descosido
Candados, penas y hollín,
rostro del amor.
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén
Que será de esta palabra,
cuando el dia sea nada más que eso
Que...de los puestos de
flores, las canciones, el color….
Que…de tu ventana abierta, la
lluvia, mi espera…
Aquí, parado en la hora del primer ángel cantor
Llueven palabras azules, dos
pinturas, un balcón.
robo la mitad del cielo
y tu primera flor.
te veo pasar, cubro mi cara,
perdida en los días viejos.
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén,
Una veleta cósmica pegada a
tu espalda
señala milagros de dos.
Yo se que mientras te cante
habrá una estrella en mis
manos.
Nunca pude gritar, no se,
por eso escribo o te canto.
.
.
A veces partir,
es andar lentamente hacia adentro.
Intentar una pirueta.
Una inocente vuelta por el aire.
Saltar sin red.
Gritar sin voz.
Abrir de par en paz,
la última alegría.
Extenderla entre los labios.
Mientras el tiempo diseña la memoria.
Sutil gesto de la vida,
que a mis espaldas se perderá,
en el baile de los tiempos...
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