La otra soledad” de Eduardo Manso
De músico a poeta
En compañía de un importante número de amigos, entre ellos varios artistas de la región, el miércoles de la semana pasada, Eduardo Manso presentó en las instalaciones del CEYE su primer libro de poesías, titulado “La otra Soledad".
La conducción del encuentro corrió por cuenta del poeta berissense Carlos Ábalo, quien agradeció la presencia de autoridades municipales y de los directivos de FM Difusión.
La voz de Gabriela Lamonega, acompañada por ‘Memo’ Manso permitió a los presentes disfrutar de un reencuentro cálido e intimista con la poesía ciudadana.
Para referirse al volumen presentado, pronunciaron unas palabras el poeta platense Carlos Aprea y el profesor Héctor Ghidini. “Tu condición de músico va a tener una conversación intima con el Eduardo poeta y entre los dos seguramente van a seguir produciendo síntesis como esta que encontramos en ‘La otra soledad’, la palabra y la música unida integrada a partir de un solo corazón”, definió este último.
Al dirigirse a los presentes, Manso agradeció a los compañeros que lo apoyaron en este momento tan especial, a la Asociación Judicial Bonaerense que apoyo la publicación del libro y ofreció su sede para realizar la primera presentación de la obra. Del mismo modo, recordó a sus afectos familiares y manifestó su satisfacción por presentar su primer libro en su ciudad.
“Estoy sumamente feliz. Yo soy de acá, esta es mi casa, acá tengo a mis afectos más importantes, mi proyecto de vida, mis hijos, mis amigos. Mi lugar es Berisso y lo ha sido siempre”, estableció.
El cierre estuvo a cargo del Coro Procanto de La Plata, que ofreció temas folkóricos de Argentina y el resto de América Latina. La presentación fue auspiciada por el Centro Cultural Difusión y la Municipalidad de Berisso.
Pañuelos blancos
Las estaciones de trenes, son
grises, por naturaleza .
Pequeñas, inmensas… pero
siempre grises;
Ronda la ausencia, allí,
donde hay tanta gente…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
El frío es moneda
corriente y las habita.
El bolso, diarios, humo, un
zapato,
la tarde envuelta en ovillos
de lana…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
El sol muere por detrás de las sirenas.
Del hombro izquierdo del
inspector crecen laureles.
La puja por un lugar, el silbato,
un cartel, maderas…en cruz…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
Dos gatos cruzan las vías,
uno azul, el otro morado.
El llanto, un papel, la
espera, el viento desesperado,
Un niño come su pan, su madre
no come nada…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
El sepia rompe los vidrios, y
cae por las ventanas.
El oxido, un portafolio… y
carpetas de esperanza:
Una ruta que se pierde, otra
que vuelve cansada…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
Hay penas que hablan en las
calles de Buenos Aires.
Un tango nace en el adiós de los
enamorados.
El sueño, tres milagros, una
guitarra desafinada…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
El ciego cuenta monedas y
miseria en su jarro.
Una gotera, ese anillo
robado, un paraguas violeta,
Siete Ángeles. una canción,
la memoria, el mañana…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
Diez guerras profanan al mundo,
sin gestos de final.
Un pincel, los caramelos, gente
que va y viene, papeles sueltos.
Los enanos juegan a la ruleta
rusa con balas de pan…
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén.
Los niños corren detrás del
globo que se desinfla.
Baldosas flojas, el cigarrillo,
un molinete, el silencio.
Los besos viajan a otras tierras encerrados en una carta
Mientras tres gritos te llaman,
tú vagas por el andén
Dos violinistas japoneses
tocan canciones rusas.
Un sombrero, el maletero, algunos marineros, las palomas
Cometas de plástico, zapatos
sin betún, mi corazón, tu alma
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén
El aire, tu andar, el tiempo
de las letras, la mañana
Un suspiro, la tormenta, mi
boca, tu alegría
A destiempo todas las
partidas, todas las llegadas
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén
El abrazo del sol en los
atardeceres de verano
Hojas secas por el aire, un
bolsillo descosido
Candados, penas y hollín,
rostro del amor.
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén
Que será de esta palabra,
cuando el dia sea nada más que eso
Que...de los puestos de
flores, las canciones, el color….
Que…de tu ventana abierta, la
lluvia, mi espera…
Aquí, parado en la hora del primer ángel cantor
Llueven palabras azules, dos
pinturas, un balcón.
robo la mitad del cielo
y tu primera flor.
te veo pasar, cubro mi cara,
perdida en los días viejos.
Mientras tres gritos te
llaman, tú vagas por el andén,
Una veleta cósmica pegada a
tu espalda
señala milagros de dos.
Yo se que mientras te cante
habrá una estrella en mis
manos.
Nunca pude gritar, no se,
por eso escribo o te canto.
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